Diario de librera: En la 37º feria del libro antiguo y de ocasión, sin querer






Es viernes veintiséis por la mañana. Es Madrid. No hay opción: directos al paseo de Recoletos. 

No ir a la feria del libro antiguo y de ocasión, que se inaugura hoy, para una librera practicante como yo sería como no ir a la playa en Honolulu para un bañista exagerado o no dormir ante la cama recién hecha para un insomne desesperado. Pero la verdad es que es la segunda vez que voy y siempre de casualidad. 

A Madrid se va a otras cosas, las coincidencias a veces son insuperables. Por eso llegamos puntuales, sin imaginar que la puntualidad iba a hacernos pasar por autoridades y escritores, que sin dar crédito de nuestra naturalidad, aceptaron la tijera de la navaja suiza de mi cuñada Sonia, ellos no tenían la suya. 

Estaban en plena inauguración. Cinta roja intacta y disparos de flashes. El público detrás de la prensa, las autoridades detrás de la cinta. Pude ver a Andrés Trapiello y otros, supongo que igual de escritores y amantes de lo usado, en la línea de salida, para ser los primeros en rebuscar. Ninguno de ellos contaba con el asalto al protocolo de una representación de la sala de máquinas este viernes en Madrid.

El librero de la primera caseta salvó con sus tijeras la situación, pero ya habíamos salido en sus fotos.