Diario de librera: Sobre el circo de las palabras 2







Hemos alborotado los libros y ahora vuelan por el pasillo, también van de carpa de circo en el café. Cambiamos las metáforas y la lámpara, echamos de su sitio a la tranquilidad y en los ensayos gritamos al pie de la escalera. Hemos puesto un espejo en el escaparate, nos reunimos los domingos en mi casa, pero luego hay que irse a mirar las palabras. 


El circo está mellando nuestras vidas. Al principio cuando nos metimos en esto, no supimos pronosticar las secuelas de esta rutina circense. De entrada, nuestras parejas, sorprendidas ante la nueva profesión, amenazan con abandonarnos. Vamos hablando solos por la calle y repetimos el personaje en cualquier sitio. A uno le vi el otro día fabricando narices escondido en un cuarto. Otro hizo unas pesas que después no puede cargar. El más flaco parece que se desaparece y a mí la barba me está empezando a picar. 


Para ser un plan escrito en la mesa de la cocina, en una servilleta, con la lámpara baja. Que luego viajó arrugado en el bolsillo de la gabardina de alguien que caminó hasta la parte de la mente donde se decide a qué se le puede dar forma, no está mal que se le llame locura.