Diario de librera. Testimonio de un libro en tránsito








Rodeada de libros aspiro a encontrar una explicación entre sus páginas. Antes de que se me vengan encima abriré uno cualquiera y tal vez encuentre una frase que me abrace y calme mi curiosidad. Después desordenaré la biblioteca y seguiré preguntando para qué. 

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Echaré de menos los días en los que vivimos el sueño. Los días en los que estábamos todos, poemas, novelas y cuentos ocupando la misma estantería. Los dueños se apoyaban el lomo en su regazo y acariciaban nuestras páginas, a veces señalaban con el dedo o con un lápiz alguna frase o palabra, otras nos llevaban al dormitorio, a pasar la noche en una mesita. Ahora, cuando estamos a punto de ser expulsados de la casa, nuestros destinos se separan por cajas. Entre los libros nadie conoce a nadie, nuestros dueños cambian de casa y unos pocos elegidos irán con ellos. El resto, sumergidos ya en la maleta del coche, invocamos una librería de segunda mano.